miércoles, 19 de marzo de 2008

¿Vender mi voto? No, gracias.

Los políticos, una vez pasadas las elecciones, venden sus programas al mejor postor por un puñado de euros o por unos gramos de poder. ¿Acaso existe prostitución más vergonzosa que esa? Trafican con la voluntad popular sin ningún miramiento.

Pero... ¿y los votantes? ¿No hacemos lo mismo cuando votamos a un partido con la nariz tapada para que el otro no gane las elecciones? Votar al mal menor ¿no es vender nuestros ideales?
¿Vender mi voto? No, gracias.
¿Traicionar a mi conciencia? No, gracias.



¿Y qué quieres que haga?
¿Buscarme un protector? ¿Un amo tal vez?
Y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina y con adulación.
¿Cambiar de camisa para obtener posición?
¡No, gracias!
¿Dedicar, si viene al caso, versos a los banqueros?
¿Convertirme en payaso?
¿Adular con vileza los cuernos de un cabestro
por temor a que me lance un gesto siniestro?
¡No, gracias!

¿Desayunar cada día un sapo?
¿Tener el vientre panzón? ¿Un papo
que me llegue a las rodillas
con dolencias pestilentes
de tanto hacer reverencias?
¡No, gracias!

¿Adular el talento de los camelos?
¿Vivir atemorizado por infames libelos
y repetir sin tregua: «Señores,
soy un loro, quiero ver mi nombre
escrito en letras de oro!»?
¡No, gracias!

¿Sentir terror a los anatemas?
¿Preferir las calumnias a los poemas?
¿Coleccionar medallas? ¿Urdir falacias?
¡No, gracias!
¡No, gracias!
¡No, gracias!...

Pero cantar... Soñar... Reír... Vivir... Estar solo...
Ser libre, tener el ojo avizor,
la voz que vibre, ponerme
por sombrero el universo,
por un sí o por un no.
Batirme, o hacer un verso...
Despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación ¡a la luna!.

Sólo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos,
Renunciar para siempre a cadenas y protocolos.
Posiblemente no volar muy alto
Pero solo..."

Cyrano de Bergerac
(Versos de Edmon Rostand)

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