Los políticos, una vez pasadas las elecciones, venden sus programas al mejor postor por un puñado de euros o por unos gramos de poder. ¿Acaso existe prostitución más vergonzosa que esa? Trafican con la voluntad popular sin ningún miramiento.
Pero... ¿y los votantes? ¿No hacemos lo mismo cuando votamos a un partido con la nariz tapada para que el otro no gane las elecciones? Votar al mal menor ¿no es vender nuestros ideales?
¿Vender mi voto? No, gracias.
¿Traicionar a mi conciencia? No, gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario